Los cambios tecnológicos con más impacto socieconómico en los próximos años van a suponer la transformación industrial de los países de nuestro entorno, modificaciones sustanciales en la vida cotidiana y revoluciones industriales de calado relevante tanto en el empleo como desde un punto de vista geopolítico. Los signos de esos cambios ya se describen a diario en los medios de comunicación pero como la peor de las crisis que no se prevé parece que las políticas económicas y las empresas prefieren mirar hacia otro lado, eludir las evidencias y posponer los cambios que se antojan inexorables. Estos son cinco cambios que van a transformar nuestro futuro:
1. VEHÍCULOS ELÉCTRICOS
Todavía son caros y poco prácticos por su escasa autonomía en la mayoría de los casos, pero los nuevos modelos que se lanzarán en los próximos años van a corroborar que los combustibles fósiles no son el futuro de la automoción. El nuevo Tesla, cuyo lanzamiento se prevé este año, va a tener un nivel de prestaciones, autonomía y precio más próximos a los de las berlinas medias (unos 35.000 euros) que a los de vehículos de súperlujo. En cuestión de motocicletas, algunas marcas ya ofrecen productos perfectamente equiparables (166 kilómetros por hora, más de 300 kilómetros de autonomía de la firma Zero, por ejemplo) aunque los precios deben bajar para romper el mercado. Los motores de combustión son piezas de relojero, una barrera de entrada para los competidores. Por el contrario, los motores de los vehículos eléctricos son sencillos y China es capaz de ofrecerlos a precios bajos a corto plazo. Las baterías son cada vez más adecuadas a su uso en automoción. Las consecuencias de esta revolución tecnológica en ciernes es la reestructuración de un sector del automóvil con infraestructuras no amortizadas y grandes plantillas. Sin embargo, dentro de 20 años será tan sorprendente ver un coche diésel como el fumar en espacios cerrados en la actualidad. En la ciudad china de Shenzhen, por ejemplo, la flota de autobuses municipal será este año totalmente eléctrica. Las consecuencias industriales de la transformación eléctrica del parque automovilístico serán dramáticas, también desde un punto de vista del empleo. Los 2,7 millones de vehículos que se hacen cada año en España suponen el 10% del PIB y el 9% del empleo, según datos de la asociación de fabricantes Anfac.
